María de los Ángeles Manuela Tranquilina Cirila Efrena Peralta Castera, mejor conocida como Ángela Peralta y llamada en Italia “Angelica di voce e di nome” (angelical de voz y de nombre) y “El Ruiseñor Mexicano” en España, nació en la ciudad de México en 1845.
Aunque su familia era de condición humilde y ella tuvo que trabajar desde pequeña para solventar gastos, siempre recibió una buena educación, y desde pequeña demostró tener inclinación por las artes, en parte gracias al ánimo y conducto de sus maestros, Manuel Barragán de solfeo y Agustín Balderas de canto, piano y composición.
A los ocho años se presentó por primera vez en una reunión de carácter musical cantando La Cavatina de Belisario, de Bellini. Una anécdota curiosa de su infancia, es que sus padres, con mucho esfuerzo, la llevaban al teatro nacional donde se presentaba en ese entonces la cantante alemana Enriqueta Sontag. Un amigo de la familia logró conseguirle a la pequeña Ángela una audición con Sontag, quien al verla no pudo contener la carcajada señalando que era solo una niña y además poco agraciada.
Sin embargo, al escucharla cantar, Enriqueta no pudo contener la emoción y con lágrimas en los ojos, llenó de besos la cara de la pequeña Ángela y le dijo: “Si tu padre te lleva a Italia, serás una de las mejores cantantes del mundo”.
Debutó como cantante profesional a los 15 años en el Teatro Nacional donde se presentó la ópera El Trovador, de Giusseppe Verdi y en la que interpretó el papel de Eleonora.
En 1861 partió hacia Europa, y en España deja tan impresionados a los periodistas, que es a partir de este momento cuando se le comienza a llamar “el Ruiseñor Mexicano”.
Posteriormente se presenta en la Scala de Milán y convence de tal manera a los escépticos críticos italianos que al finalizar su interpretación de Lucía de Lammermoor de Gaetano Donizetti recibe una gran ovación.
A partir de entonces se sucedieron los éxitos en su carrera, triunfando en Europa y México, llegando a presentarse en las cortes del rey Víctor Manuel II de Italia y del emperador de México, Fernando Maximiliano de Habsburgo (lo que por cierto le acarreó muchas críticas de intelectuales liberales en nuestro país).
Durante una gira por el norte de México contrajo fiebre amarilla, lo que finalmente llevó a esta mexicana de hermosa voz a la muerte en 1883.
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