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domingo, 10 de octubre de 2010

176 años de poder ejecutivo en México

10 de Octubre de 1824
  • Guadalupe Victoria se convierte en el primer presidente de México
Nació el 29 de septiembre de 1786 en la Villa de Tamazula, antigua provincia de Nueva Galicia, hoy estado de Durango. Fueron sus padres Manuel Fernández y Alejandra Félix, siendo bautizado por su tío paterno, Agustín Fernández, en aquel entonces cura de Tamazula. Así pues, el verdadero nombre del que había de ser el primer presidente de la República, es el de Miguel Fernández Félix. En el acta de bautizo aparece con los nombre José Miguel Ramón Adaucto Fernández y Félix y no el nombre histórico con el que se conoce.

La infancia de José Miguel Fernández Felix transcurrió entre los afanes mineros y oficiales de su padre Manuel, así como entre el ministerio parroquial Félix Fernández, confundiendo el apellido patronímico con el nombre de pila, o bien con el de Manuel Fernández con el que algunas veces también es designado. Su tío el cura de Tamazula, cuidó de su educación, ya que muy niño perdió a sus padres.

La tragedia tomó a José Miguel en el tránsito de la adolescencia a la juventud. Su tío prometió enviarlo a estudiar en algún colegio de Valladolid o Michoacán, pero José Miguel, antes de cumplir los diecinueve años se trasladó a Durango alentado por una de sus hermanas; llegó a la sede Nuevo Vizcaína a principios de 1805. Sin dinero ni recomendaciones atravesó por momentos muy amargos pasando la primera noche en la cárcel en calidad de vago y las siguientes en la portería del seminario donde fue admitido después de implorar y haber demostrado conocimientos que hubieron de sorprender.

Como no tenía recursos para pagar sus alimentos; tuvo que ingeniarse sacando copias y extractos de un texto de gramática latina que vendía a otros alumnos por dos reales. Realizó estudios en el seminario, saliendo poco después para la capital del Virreinato, en donde se inscribió (1807) en el colegio de San Ildefonso para cursar las carreras de Derecho Canónico y Derecho Civil.

Bajo un ambiente tenso, ya que el colegio fue militarizado por una orden virreinal, José Miguel presentó su examen recepcional de cánones el 24 de abril de 1811. Un notable número de jóvenes capitalinos se incorporaron a las filas de los insurgentes después de haberse descubierto una conspiración en la misma ciudad de México. José Miguel contaba entonces con veinticinco años de edad: alto, delgado, de tez apiñonada, pelo quebrado y mirada melancólica. De carácter reservado, tenaz, acostumbrado a la disciplina y la autoridad, era al mismo tiempo dulce y piadoso con las raíces y recuerdos de Tamazula y Durango.

Sin mayor conocimiento de las armas que el efímero en la milicia de san Ildefonso tomó la resolución de empuñarlas por la Independencia de su patria. Los éxitos de José María Morelos, que tanta impresión causaba entre la juventud de México, lo inclinaron por la causa de la independencia y abandonó los estudios a fin de unirse al ejército insurgente de José María Morelos, adoptando entonces el nombre simbólico de Guadalupe Victoria, con el cual es conocido, Guadalupe por la patrona del ejército que luchaba por la liberación, y Victoria como esperanza y empeño por la empresa a que se había sumado.

El apellido Victoria fue adoptado también por su hermano, quien ya se había enfilado como insurgente. Este cambio fue satirizado, al decir de Alamán, por Manuel Mier y Terán quien, desde entonces, no tuvo simpatía por Guadalupe Victoria, y como correspondiera Victoria con la misma animadversión, resultó este mutuo sentimiento muy funesto en el juego político de los inicios de la República, en los que estos dos antiguos insurgentes tuvieron un destacado papel.

Guadalupe Victoria se distinguió en el ataque a la ciudad de Oaxaca, primer hecho de armas en su larga y penosa lucha por la independencia. En 1814 fue ascendido a Coronel por Juan Nepomuceno Rosains, sirviéndole de padrino el cura Correa. Este escribió tiempo después, en unas pequeñas memorias que se hallaron manuscritas en su celda: "Unido al Lic. Rosains, que me nombró su segundo, pacificamos el levantamiento de aquellos negros que estaban en absoluta insubordinación. Lo más glorioso que tuve en esta jornada, fue que en Acasónica (jurisdicción de Huatusco), se le dio el titulo de Coronel, al modesto joven don Félix, quien lleno tomó el sobrenombre de Guadalupe Victoria, teniendo yo el honor de apadrinarlo en la posesión de su empleo".

Por ausencia de Juan Pablo Anaya, quedó de hecho comandante de la antigua provincia de Veracruz, Guadalupe Victoria, de quien escribe Alamán a raíz de este nombramiento: Rosains hizo que Victoria quien quedó el mando por ausencia de Anaya, recorriese todos los puntos en que había destacamentos, éste pronto se hizo amigo de los jarochos que lo llamaban " Don Guadalupe". Estando con ellos siempre a caballo, durmiendo en el campo raso o en alguna mala choza de cañas, sin más provisiones que alguna carne seca atada a las zancas del caballo, Victoria tenía todas las cualidades necesarias para la vida errante de los insurgentes de aquella provincia. Y sus primeros sucesos en el mando de que acaba de encargarse le dieron mucha reputación. Así siguió en la lucha con diversos aciertos pero siempre con valentía y decisión, características que conservó al final de su vida.

A últimos de 1818 el Brigadier Ciriaco de Llano fue al Puente del Rey a fin de dirigir a las diversas fuerzas reales contra las tropas de Victoria. Muy debilitadas por el desaliento de la revolución después de la captura y muerte de Javier Mina, que había un nuevo matiz, brillante pero efímero, a la lucha de los mexicanos por la emancipación. El yerno de Llano, José Barradas, se dirigió con mucha fuerza al distrito llamado El Varejonal. Allí, como era frecuente en aquel año, Barradas se puso en comunicación con un antiguo insurgente llamado Rafael Pozos, que ya con anterioridad había traicionado a su antiguo jefe Vergada, quien a su vez le puso en contacto con un capitán a las ordenes de Guadalupe Victoria, llamado Valentín Guzmán. Éste, para conseguir el indulto, prometió entregar al propio Victoria a las fuerzas realistas, pero enterado el jefe insurgente de la trama consiguió huir, aunque tan precipitadamente, que abandonó sus objetos personales.

"Victoria -escribe Alamán- desde entonces desapareció de la escena, ocultándose tan completamente que no se supo de él". Se contaron después mil fábulas: como que vivió en una cueva, expuesto a ser devorado por fieras, pero la verdad es que estuvo oculto en la hacienda de Paso de Ovejas, perteneciente a don Francisco de Arrillaga.

No habiendo sido hombre sanguinario, no había odiosidad especial contra él, pero el gobierno tomó empeño en descubrir el lugar donde se ocultaba sin poderlo conseguir". Volvió a aparecer la lucha por la emancipación después del golpe militar de Agustín De Iturbide en Iguala (1821); apenas unos días mas tarde del Plan. Su escenario fue el mismo campo de batalla de antaño: la antigua provincia de Veracruz, desde donde lanzó un manifiesto exhortando a la unión de todos los mexicanos en un supremo esfuerzo por la independencia.

Se dirigió entonces en busca de Iturbide, situado en el bajío, uniéndose a Nicolás Bravo en Tulancingo y, prosiguiendo su marcha después de haber acompañado a Bravo hasta Pachuca, encontró al jefe del ejército Trigarante en San Juan del Río, a quien presentó un nuevo plan para la estructuración de la Independencia. En el Plan de Iguala (1821), Agustín de Iturbide declaraba que era necesario pacificar al país mediante la unión de todos los habitantes: americanos y europeos, tal unión se basaba en la religión católica, el ejército y un gobierno monárquico regido por Fernando VII, "para hallarnos con una monarca ya hecho". Sin embargo, Victoria propuso modificar dicho Plan para llamar al gobierno mexicano a un excombatiente insurgente y no a un extranjero. Después de que Iturbide se autonombró emperador, traicionando el mismo plan, Victoria manifestó sus ideas republicanas, por lo que la administración imperial lo encarceló. Pudo escapar y partió nuevamente a Veracruz donde firmó el Acta de Casa Mata (1823), en que se pedía la reinstalación del Congreso Constituyente de 1822, que había sido disuelto por Iturbide. Esta acta fue firmada también por Vicente Guerrero y Santa Anna, entre otros. Victoria cedió el mando de las tropas veracruzanas a este último.

Al triunfo de los republicanos, facilitó la salida de Iturbide del país. Guadalupe Victoria fue miembro del Triunvirato ejecutivo (1823-1824), con Pedro Celestino Negrete y Nicolás Bravo, que gobernó después del Imperio. Sin embargo, no ocupó su puesto el primer año, pues debió enfrentar un bombardeo en el puerto de Veracruz por españoles atrincherados en San Juan de Ulúa. Ahí negoció un armisticio para que los extranjeros salieran del lugar.

1824 es el año en que el Congreso lo nombró primer Presidente de la República, durante su mandato decretó la abolición de la esclavitud y la expulsión de los españoles, centralizó la hacienda pública; estableció relaciones diplomáticas con diversos países, entre estos Gran Bretaña, Estados Unidos, América Central y la Gran Colombia de Simón Bolívar; y constituyó la marina de guerra que liberó a San Juan de Ulúa de los últimos españoles en el país (1825). Asimismo, intentó aplicar una política para atraer a los diferentes bandos independentistas; para ello integró su primer gabinete con miembros destacados de los mismos. Afrontó la contradicción entre la libertad de expresión y prensa (garantizada por la Constitución y que respetó escrupulosamente) y la intolerancia religiosa.

El español Joaquín Arena, organizó una rebelión para reinstalar el gobierno hispano que fue financiada por otros peninsulares. Victoria la sofocó y firmó el decreto de expulsión de los peninsulares (1827). Al término de su mandato. Dejó la presidencia a Vicente Guerrero en 1829, designado a ese puesto por el Congreso tras el triunfo del Plan de Perote.

Guadalupe Victoria contrajo nupcias a los cincuenta y seis años de edad. La nueva relación fue una frustración para el matrimonio, a raíz del cuál los ataques epilépticos se desencadenaron sobre Victoria; bastante enfermo y falto de recursos. El 21 de marzo de 1843 a las doce y media del día murió José Miguel Fernández Felix, Don Guadalupe Victoria en el hospital del Castillo de Perote; a las seis de la tarde se anunciaron las honras fúnebres del ilustre durangueño en el Palacio de Gobierno. Celebrándose a la siguiente mañana una misa de Réquiem, con la concurrencia de todas las clases sociales.

Además de haber sido un militar muy valiente, pundonoroso y patriota esclarecido, fue un ciudadano irreprochable que mereció el bien de la Patria. El orador resaltó las virtudes del patriarca de la independencia y primer Presidente de la República Mexicana, honrando así su memoria. Orgullo de nuestro estado y nuestra patria.

La leyenda dice que murió en el convento "El desierto" en Tenancingo, México, en donde se había refugiado huyendo del mundo, abrazando la profesión religiosa como lego carmelita. Sus restos descansan en la Columna de la Independencia en la ciudad de México.

El 25 de agosto de 1843 por acta del Congreso fue declarado "Benemérito de la Patria".

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