En las empresas situadas en la frontera norte de México, uno de cada diez trabajadores padece Desamparo Aprendido (DA), un síndrome común en quienes testifican actos de violencia o son víctimas secundarias de actos delictivos, detecta Grupo Multisistemas de Seguridad Industrial (GMSI).
“El DA era común en niños o mujeres que padecían violencia intrafamiliar. Sin embargo, este mal ataca ahora a los trabajadores de compañías situadas en zonas de gran inseguridad y violencia” manifiesta Alejandro Desfassiaux, Presidente de Grupo Multisistemas de Seguridad Industrial.
De acuerdo al experto en seguridad, existe una estrecha relación entre DA y robo hormiga, fraude interno, transferencia de clientes, extorsiones, sobornos e incluso secuestros. “El DA convierte a la víctima de violencia en victimario de la empresa donde trabaja o el entorno donde se desenvuelve. A nivel corporativo el DA se vincula a ilícitos en el trabajo”.
Entornos de gran violencia e incertidumbre (como territorios peleados entre cárteles o lucha contra el crimen organizado), propician que víctimas secundarias y testigos silenciosos visualicen su ambiente como no controlable. Esto se recrudece si se opta por la complicidad o el consentimiento indiferente de acuerdo a GMSI. La incapacidad de controlar las circunstancias genera desde desidia a ataques de pánico. En 10% de las veces suele desencadenar actitudes antisociales diversas, como dañar a la empresa en la que se trabaja.
Tal perjuicio puede ser tan sutil como “olvidar” una fecha clave de entrega al cliente, propiciar descuidos que lesionen a un trabajador o dañen la maquinaria o vender información sensible de la empresa a la competencia. En casos extremos se relaciona con secuestros y extorsiones a personal de la compañía.
La actuación antisocial en quienes tienen DA no es deliberada. Se trata de personas con alto grado de estrés y una visión derrotista.
Es común entre quienes han fallado repetidas veces en algo, pero también en quien observa crueldad, violencia… e impunidad.
GMSI encontró coincidencias entre entornos de gran violencia e ilícitos internos. Los empleados implicados reconocieron que en un lapso de seis meses fueron víctimas secundarias de algún ilícito u observaron actos de crueldad o violencia, como transitar por un acalle donde se realizaron ejecuciones.
En general, la DA sitúa los síntomas físicos en la cabeza o estómago, pero es común detectar ritmo cardiaco acelerado, temblor, sensación de asfixia, “nudo en la garganta” o dificultad de tragar, sensación de ahogo y dolor de pecho.
“Los síntomas físicos del DA son similares a un ataque de pánico, a la angustia, terror y catástrofe inminente que puede desencadenar un desorden fóbico. Sin embargo, son las secuelas emocionales lo que prácticamente paraliza a quienes lo padecen. Los sume en gran desidia e indiferencia y, también, puede propiciar que la víctima de DA cometa ilícitos en 10% de los casos”, dice Desfassiaux.
Las entidades en las que se detectaron más casos de DA entre los trabajadores son Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, además de Durango, Michoacán y Guerrero.
GMSI infiere que este síndrome, tipificado como depresión, lo padece el 10% de los trabajadores de entidades con alto índice de violencia y son tres hombres por cada mujer. La edad predominante en DA es menor a 30 años en 82% de los casos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario