El respirar es una de las funciones vitales y
naturales del cuerpo humano, sin embargo para aquellas personas que padecen
asma, el respirar les cuesta mucho trabajo, limitando sus actividades
cotidianas, y más aun, cuando padecen una crisis asmática.
Las crisis asmáticas son el aumento de la
obstrucción bronquial por encima de lo usual y pueden ser detectadas por un
incremento en las molestias del paciente o por disminución del efecto de los
medicamentos. Por lo regular se producen de manera gradual, a lo largo de
varios días, aunque también pueden ser repentinas, en un lapso de minutos.
Por ello, es de suma importancia que al
presentar una crisis se acuda de manera inmediata al médico para un tratamiento
oportuno, y evitar así graves consecuencias, como la muerte. Cabe señalar que
la mayoría de las muertes pueden evitarse siempre y cuando la crisis se trate
oportuna y adecuadamente.
Las crisis asmáticas pueden ser leves,
moderadas o severas:
**** Leve, es cuando aumenta la intensidad de
las molestias y estas no ceden con el tratamiento usual, además de limitar las
labores físicas de gran intensidad. El paciente suele sentir poca dificultad
respiratoria estando en reposo, puede hablar sin problemas, puede acostarse
horizontalmente sin claro aumento de la disnea y no despierta por el asma.
***** Moderado, además de intensificarse las
molestias y no disminuir al tratamiento acostumbrado, el enfermo ve limitada la
posibilidad de efectuar labores físicas de mediana intensidad, prefiriendo
estar en reposo por su disnea, dificultándole también el decir una frase
completa o presentar problemas para dormir. El paciente puede presentar un
ataque moderado, es decir, si un ataque leve no se alivia después de una hora o
si las molestias reaparecen al cabo de unas pocas horas.
**** Grave, el paciente tiene dificultad
respiratoria en reposo, sólo puede decir unas pocas palabras, debe permanecer
sentado apoyado en sus manos, presenta coloración azul, conocida como cianosis,
de labios o uñas. Puede presentar un ataque grave, esto es, si un ataque
moderado no se alivia después de seis horas o si las molestias reaparecen al
cabo de unas pocas horas.
¿Cómo detectar una crisis asmática?
Esta puede detectarse cuando hay una fatiga
exagerada, aumento en la frecuencia respiratoria, hay sibilaciones, además de
que el paciente tiene dificultad para expresar lo que siente por la falta de
aliento y sentir una fuerte opresión en el pecho. Una crisis asmática
puededurar varias horas o más tiempo si la persona no es atendida de manera
oportuna.
¿Y qué la ocasiona?
Entre los factores que pueden desencadenar
una crisis asmática están: las condiciones climatológicas, esfuerzos físicos
intensos, el polvo de casa, la pelusa de los animales, el ejercicio, sobre todo
si la persona no está acostumbrada a hacerlo, humo de todo tipo (cigarrillos,
vehículos, fábricas, etc.), estrés, polen de las plantas, uso de algunos
medicamentos (beta-bloqueadores y ácido acetilsalicílico), así como el airefrío
o húmedo.
¿Cómo tratarla?
Para tratarla es necesario visitar al médico,
quien recomendará el tratamiento más adecuado para mantener una buena calidad
de vida y evitar exacerbaciones. Los fármacos recomendados para el tratamiento
del asma son de dos tipos:
**** Los antiinflamatorios, que ayudan a
evitar los ataques de asma desde el comienzo, ya que mantienen permanentemente
despejadas las vías respiratorias, evitando la inflamación de vías
respiratorias y mucosidad. Entre estos están los corticosteroides que no tienen
nada que ver con la naturaleza de los esteroides anabólicos, los
corticosteroides rara vez tienen efectos secundarios, en tanto se utilicen por
la vía adecuada así como las dosis indicadas bajo prescripción médica.
**** Los broncodilatadores, que ayudan a
controlar las exacerbaciones cuando ya han comenzado, o como complemento de
control a los corticoesteroides, relajando los músculos de las vías
respiratorias y facilitando la respiración.
Por último, es importante señalar que las
medidas farmacológicas anteriores pueden ser mucho más efectivas si el paciente
ayuda a evitar o eliminar factores alergénicos de riesgo como exponerse al
polvo, al humo del tabaco, plumas opelajes de animales, así como evitar ciertos
alimentos, ambientes húmedos ofríos y personas con infecciones respiratorias.

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