Debido al derrame del pasado 31 de diciembre de 2011, cerca de mil pescadores han sido afectados, ya que las especies que capturan para su alimentación y comercio están apareciendo muertas a lo largo del río Coatzacoalcos, a donde ya llegó la fuga de hidrocarburos.
“Los desastres petroleros, como el de El
Polvorín, dejan graves impactos ambientales que a su vez se transforman en
problemas económicos y sociales para las comunidades afectadas que pierden sus
fuentes de empleo, en este caso la pesca”, explicó Beatriz Olivera,
coordinadora de la campaña de energía y cambio climático de Greenpeace México.
Ana María Rueda, secretaria de medio ambiente
del municipio de Coatzacoalcos asegura que el crudo ya llegó a la bocana del
río Coatzacoalcos, que en un recorrido con Procuraduría Federal de Protección
al Ambiente (Profepa) y el ayuntamiento, se observó que el crudo ya pasó las
barreras de contención, y que también se observaron manchas en el agua y existe
el temor de que se contamine el lirio y haya mortandad de peces, impactando la
actividad pesquera local.
Los derrames de crudo afectan a las personas,
a la salud, al medio ambiente y a la economía. En los últimos meses de 2011,
ocurrieron al menos tres derrames graves de petróleo en Veracruz, dos de ellos
contaminaron kilómetros del río Cazones y el último de ellos ocurrió el 7 de
diciembre y alcanzó la zona urbana de Poza Rica.
Desde 1993, Greenpeace México ha documentado
decenas de emergencias ambientales relacionadas con el petróleo. La
Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) informa, sin mayores
especificaciones, que desde ese año y hasta 2007, en México ocurrieron 7 mil 279
percances (entre derrames, fugas y explosiones de Pemex y otras compañías con
actividad química), es decir, 485 al año o 1.33 por día.
Basta recordar que a poco más de un año del
accidente ocurrido en San Martín Texmelucan, Puebla, Pemex entregó casi 330
millones de pesos para pagos e indemnizaciones a lesionados, fallecidos y por
daños a bienes materiales.
“Pese al gran número de derrames que se han
registrado por parte de Pemex, y en los que se ha demostrado la negligencia de
la paraestatal, así como la opacidad en los procesos de remediación y atención
a los impactos posteriores; el gobierno federal continúa a la zaga de más
petróleo, aventurándose a proyectos cada vez más riesgosos como es el de aguas
profundas en el Golfo de México. Apostarle a más petróleo significa apostarle a
más destrucción ambiental”, finalizó Olivera.

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