Marcha global por Ayotzinapa, México D.F. a 20 de Noviembre de 2014
¡Quítale el paliacate!
Y
se hizo presente la Fuerza Pública
Héctor
Ramos
Un
reducido grupo de encapuchados – conté menos de 100 – fueron los que lanzaron
cohetones, petardos y bombas molotov a las puertas de Palacio Nacional, rijosos
que desde antes de las 19:00 horas ya se encontraban montados sobre las vallas
que protegían al recinto.
“¡Esto
no es violencia, es acción directa y resistencia!”, gritaba una joven de no más
de 20 años que con la cara a medio cubrir aplaudía a sus compañeros, individuos
que con absoluta libertad prendían y lanzaban proyectiles a los custodios de la
ya quemada puerta.
Mientras
tanto, del megáfono que estaba a unos metros del asta bandera, las voces de los
activistas advertían una y otra vez que en la marcha habían infiltrados y
elementos del Estado Mayor Presidencial vestidos de civil.
“Esto
es una marcha pacífica. No caigan en provocaciones, si ves encapuchados
haciendo desmanes, quítate de ahí para que los puedan identificar, recomendaba
el altavoz y agregó: ¡Encapuchados, tengan huevos y den la cara! ¡Compañeros!
No a la violencia, no le demos pretextos al Estado, recordemos que ellos son
especialistas en reprimir”.
Los
minutos corrían mientras el aire era surcado por proyectiles incendiarios,
misiles lanzados al tiempo en que se cantaba “A tomar, a tomar Palacio
Nacional”. Lo destacable es que el grupo de personas que se encontraban sobre
las vallas de protección, se hacía más numeroso porque junto con los revoltosos
estaban las cámaras fotográficas y de video que atestiguaban cada detalle de lo
que acontecía, es decir, quienes auténticamente se iban a manifestar, se
encontraban a varios metros de la zona de conflicto.
Bajo
sospecha
Cualquiera
podía ser un infiltrado, desde los autodenominados anarquistas que cubren su
rostro, hasta bélicas mujeres cuyas edades no rebasan los 25 años, de todos
modos, era poco complicado identificarlos, ya que son ellos quienes cometen los
actos vandálicos o son los que exhortan a la barbarie.
A
pesar del intento por contagiar la violencia, peso la razón y los activistas se
mantenían en su discurso, hecho que fue atestiguado por más de una lente. Aproximadamente
a las 20 horas con 40 minutos, el grupo de granaderos que custodiaba Palacio
Nacional, incrementó el número de elementos y avanzó contra toda persona que
había sobre la plancha.
En
ese momento, una multitud corrió en dirección a Francisco I Madero, así como a
las calles paralelas, razón por la que el número de manifestantes se redujo significativamente,
quienes se quedaban gritaban: “¡No corran! ¡No corran! ¡Somos más! ¡Somos más!
¡El pueblo unido jamás será vencido!”
Mientras
tanto, en las afueras del Palacio Nacional, los infiltrados seguían lanzando
proyectiles y a su vez, el cuerpo de granaderos continuaba siendo alimentado
con elementos que ingresaban por las calles de Seminario y Pino Suárez.
La
vasta cantidad de uniformados parecería ser suficiente para encapsular a los
encapuchados, sin embargo los elementos de seguridad se alinearon con escudo en
disposición de ofensiva para retirar a cuanto manifestante encontrara a su
paso.
Los
activistas que estaban sobre la Plaza de la Constitución, los que levantaron la
voz con el derecho que ampara la Constitución, fueron perseguidos como
delincuentes, esto sin importar que entre los manifestantes habían niños,
mujeres y adultos mayores.
Aunque
uno fuera un transeúnte, era casi imposible permanecer en la plancha del Zócalo,
pues fue inundada por granaderos que a punta de escudo exhortaban a los
manifestantes a retirarse de ahí.
La
lectura
Tras
recorrer Francisco I Madero y llegar a Eje Central Lázaro Cárdenas, después de
ver un cajero violentado y a cuatro personas heridas en el suelo, el recuento
de ideas se hizo presente.
Los
grupos que causan desmanes mientras el ciudadano exige sus derechos han
existido desde siempre - se recordará
que este fue uno de los motivos por los que los hermanos Flores Magón entraron
y salieron de Lecumberri – asimismo, ha sucedido cada 2 de Octubre y ocurre
cada vez que hay conflictos en la Rectoría de la UNAM.
Con
tecnología y en tiempo real, quienes cometen los actos vandálicos son cada vez
más fáciles de identificar, ya que para eso infiltran elementos del Estado
Mayor a las turbas. Al menos en esta ocasión eran totalmente visibles los que
lanzaban proyectiles contra Palacio Nacional, algo similar a lo ocurrido con el
presunto infiltrado que incendió la puerta de este recinto.
De
acuerdo con la Secretaría de Gobernación y el Gobierno del Distrito Federal, el
saldo fue solamente de 31 personas detenidas, 31 personas en comparación con
los miles de manifestantes, 31 personas por las que se puso en riesgo la
integridad de activistas que ejercían su derecho a manifestarse, 31 personas
que pudieron haber sido capturadas en el momento en el que flagrantes cometían
los actos vandálicos.
De
acuerdo con el Presidente Enrique Peña Nieto, “Hay una actitud de diálogo,
acercamiento y apertura”. En relación a este “acercamiento” ¿Quedará excluida
la capacidad para diferenciar rijosos de activistas? ¿Se evidenciará la
incapacidad para detener a individuos que cometen actos vandálicos?
Se
dice esto porque son estos individuos los que actúan con violencia, los que
arremeten contra establecimientos comerciales, los que ponen en riesgo la
integridad de terceros.
De
ser así, la advertencia de que el Estado está legítimamente facultado para usar
la fuerza “cuando se ha agotado cualquier otro mecanismo para restablecer el
orden”, está muy próxima a cumplirse, pues así fue como sucedió esta noche en
la plancha del Zócalo capitalino en la que la Fuerza Pública se hizo presente.
Alguien
grito: ¡quítale el paliacate! ¡quítale el paliacate!
Habrá
que quitar ese paliacate para evitar que se evapore el legítimo reclamo por los
43 normalistas desaparecidos. Para no permitir que ese lamentable evento se
diluya en historia de México al igual que las sangrientas páginas de las
víctimas del narcotráfico, las de Acteal y Aguas Blancas, los feminicidios,
Tlatelolco 68 y cualquier evento en el que impunemente se ha derramado sangre mexicana.