En los últimos años, un gran número de mujeres han tomado la decisión de iniciarse en los negocios. Hoy, esta participación se ha incrementado, pues una de cada cinco empresas pertenece a una mujer |
Sin embargo, es importante señalar que aún
existen barreras que impiden el desarrollo pleno de las mujeres empresarias: a)
se concentran al final de la cadena productiva como una extensión de las
actividades del hogar, por ejemplo en actividades como el comercio ambulante,
la producción de alimentos, la costura o los servicios educativos, los cuales
no son negocios altamente redituables; b) algunas sociedades, por sus normas
culturales, limitan el acceso de la mujer a mercados preferentes, finanzas,
información, oportunidades de inversión y redes de comercialización; c) ante la
dificultad de entrar o permanecer en ámbitos donde predominan los hombres,
prefieren enfocarse hacia negocios de poco riesgo y bajo crecimiento
considerándolos como más seguros. Todas estas características deben tomarse en
cuenta para el desarrollo de programas de atención empresarial.
Aunque existen mujeres con muchos
conocimientos en negocios, hay algunas áreas de oportunidad que muchas de ellas
deberían atender, ya que en la medida que ubiquen los aspectos en los cuales se
debe mejorar, sus empresas también lo harán.
Es frecuente encontrar que algunas mujeres
empresarias inician su negocio de forma emergente, no elaboran su plan de
negocios y tampoco determinan su rentabilidad; no cuentan con registros que les
permitan tomar decisiones relacionadas con el riesgo de la inversión, los
ingresos, los costos y gastos, las utilidades o pérdidas; se descapitalizan con
gran facilidad porque destinan las utilidades y el capital de trabajo a la
economía familiar; debido a las responsabilidades domésticas descuidan el
negocio y pierden clientes, lo que provoca una falta de credibilidad en ellas;
en su mayoría desconocen los programas públicos de servicio y apoyo para el
desarrollo empresarial.
En ese sentido, las emprendedoras y las
empresarias deben contar con varias herramientas que puedan apoyarlas en sus
proyectos y negocios. En primer lugar, ayuda mucho tener una actitud
emprendedora: pasión por lo que se hace, positivismo, perseverancia, cultura
del trabajo y el esfuerzo, tolerancia a la frustración. En segundo lugar,
contar con información y saber buscarla es vital para satisfacer necesidades
empresariales, de financiamiento, entre otras. En tercer lugar, la capacitación
debe ser constante, en cuestiones técnicas y también en temas empresariales:
planeación, mercadotecnia, producción, ventas, recursos humanos, etcétera. Y
por último, hay problemas de negocios en
temas muy especializados que sólo un experto/a
puede ayudar a resolver. Se debe tener disposición para acudir a una
incubadora o un centro de negocios ya que son lugares especiales para obtener
asesoría.
Existen muchos retos para alcanzar
completamente la autonomía económica de las mujeres: necesitan capacitarse en
temas empresariales, mantenerse informadas y no desanimarse porque el camino de
emprendimiento no es sencillo; reconocer todas las habilidades que tienen y
confiar en su potencialidad, además deben ser innovadoras en sus proyectos de
negocios.
El tercer viernes de mayo de cada año se
celebra el Día Internacional de la Mujer Empresaria, como un reconocimiento
para las que deciden emprender un negocio y afrontar los retos que eso implica.
Por ello, el Instituto Nacional de las Mujeres felicita a las mujeres
empresarias y las invita a seguir participando en el desarrollo económico del
país.
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