Cada día se presentan cuatro robos de
arte religioso en México lo que representa hasta ocho millones de dólares anuales y cada pieza
puede alcanzar un precio que va desde los mil hasta los cien mil dólares. Al no
contar con un catálogo general, no estar aseguradas y no contar con una
fotografía de la obra, se impide localizarlas las piezas sustraídas ilegalmente,
dice Paul Achar, presidente de la Sociedad Mexicana de Autores de las Artes
Plásticas (Somaap).
La indiferencia de propietarios y
autoridades sobre el arte sacro ha generado que México ostente uno de los
primeros siete lugares en mercado negro de arte religioso. “En catedrales y
pequeñas iglesias paulatinamente pierden su patrimonio artístico. No se trata
sólo de pequeñas esculturas y óleos, sino incluso biombos, retablos y diversas
piezas de ornato en altares y cristales”, refiere Achar.
De acuerdo con el experto, es en
Tlaxcala y Michoacán las entidades donde mayores robos de arte religioso se han
reportado. Incluso, “en tales entidades han ingresado a prisión sacerdotes que
cometieron el ilícito”, comenta Achar.
Aunque en el país los robos de arte
prehispánico superan las mil piezas anuales, las obras religiosas reportan aún
más pérdidas porque no existe un catálogo para identificarlas y al representar
imágenes santas los fieles y sacerdotes se niegan a catalogarlas como arte para
que no pierdan su halo inmaterial, comenta Achar.
En México existen 20,000 sitios
dedicados al culto religioso que albergan hasta cinco millones de piezas de
arte sacro, lo que lo convierten en uno de los países más ricos en arte
religioso y aunque no se denuncia mucho este hurto, se han contabilizado hasta
30 iglesias afectadas cada semana durante 2011.
Inicialmente se pensó que este robo
tenía que ser una especie de protesta religiosa o robo hormiga, pero en el
último año se destacó que l 42% de estos robos corresponden al crimen
organizado que han encontrado un mercado natural para el arte sacro en el
extranjero.
“Las rutas que sigue el robo de arte sacro
corresponden a las trazadas para el narcotráfico: México, frontera norte,
Estados Unidos y Europa o Asia”, comenta Achar, quien enfatiza que el arte
sacro representa una opción de lavado de dinero. Así, el tráfico de estas
piezas no sólo se ofrece a través de Internet, sino que se comercializa
libremente en mercados populares y hasta en la cajuela de los automóviles a la
salida del aeropuero, se queja el Presidente de Somaap.
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