Retos de la empresaria mexicana
Palabras de Rocío García Gaytán, Presidenta del Instituto Nacional
de las Mujeres
Según datos de Naciones Unidas, las mujeres sólo poseemos el uno por ciento de la riqueza mundial. Esto revela las inequidades que vivimos las mujeres actualmente. El hecho de que tengamos sólo acceso al uno por ciento de la riqueza mundial nos coloca al margen del desarrollo económico, de la distribución de la riqueza, de ser propietarias de los recursos naturales, de la tierra, de ser dueñas de empresas o, como se diría en un lenguaje de economistas, de los medios de producción.
De acuerdo al reporte “Progreso Mundial de las Mujeres 2008-2009”, de UNIFEM, nos percatamos de que la posición de las mujeres en la economía, y particularmente como empresarias, puede tener dos lecturas: una optimista y otra no tanto.
La lectura optimista nos diría que en los últimos treinta años, las mujeres hemos duplicado nuestra presencia en el mercado de trabajo, hemos mejorado nuestra escolaridad y, con ello, las posiciones en el mercado laboral respecto a nuestras madres y abuelas. Esto, sin duda, es una buena noticia.
Pero la visión menos optimista nos dice que aun cuando hemos aumentado nuestra presencia en el ámbito laboral, las mujeres tenemos mayores desventajas que los hombres, ¿por qué?
Muchas veces, en nuestros empleos, se incumple con el derecho a la seguridad social e impuestos; son ejemplos: el trabajo agrícola no remunerado, el trabajo a domicilio a destajo y, por supuesto, el trabajo doméstico.
Todavía se cree que el ingreso de las mujeres en el hogar es secundario, siendo que la realidad indica que en México un tercio de los hogares está encabezado por una mujer, por lo tanto no es secundario, es primario.
Se considera que los hombres son los principales proveedores en el hogar, lo que descalifica a las mujeres de este papel.
En cualquiera de estas dos visiones –la optimista y la que no lo es tanto- un dato revelador es que a nivel mundial existe una mujer en alta posición gerencial por cada nueve hombres. Y si la comparación la hacemos entre mujeres, la brecha es aún más grande.
Para América Latina, la proporción todavía es más baja, es de una de cada 26 mujeres.
La salida que nos marcan los expertos y algunas experiencias internacionales para que las mujeres trabajadoras y empresarias prosperen, es crear alianzas entre ellas con el apoyo de las instituciones públicas y de las agencias internacionales.
En el caso de México, la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del segundo semestre de 2008 nos muestra que con respecto al total de hombres empleadores, que son el 81 por ciento, las mujeres empleadoras representan el 18.6 por ciento, que se centran básicamente en microempresas relacionadas con la prestación de servicios, el comercio y en un rango muy reducido en las manufacturas y en el transporte.
Es necesario resaltar que las mujeres trabajamos mayoritariamente en microempresas, 85 por ciento, en proporción mucho mayor que los hombres; en tanto que éstos son más dueños de medianas y grandes empresas. Lo anterior demuestra que la actividad empresarial aún es predominantemente masculina.
Las empresas dirigidas por mujeres funcionan con escasos activos e ingresos y la gran mayoría carece de crédito bancario. Y ni qué decir de la participación de las mujeres en asociaciones, en consejos y gremios, la cual es muy baja. Sólo en la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, la Concanaco, la participación femenina es fuerte, debido a que agrupa al sector comercial y de servicios, donde se concentra alrededor del 80 por ciento de las mujeres empresarias.
Otro aspecto que destaca la necesidad de liderazgos femeninos en las empresas es el de la migración y la fuga de cerebros. En este mundo globalizado, actualmente existen 100 millones de mujeres migrantes, lo que significa casi la mitad del total de personas que emigran. En estas oleadas de mujeres, ellas tienen mayores niveles de escolaridad que los varones, esto es un dato muy interesante, de todos nuestros migrantes que tenemos, principalmente en Estados Unidos, las mujeres tienen un mayor grado de escolaridad que los hombres y esto está propiciando una feminización de la fuga de cerebros en todo el mundo.
En este tema de migración, tienen sus ventajas porque encuentran un empleo, porque mandan remesas, pero también nuestro país se queda sin muchos mexicanos y mexicanas que podrían estar desarrollando sus capacidades en beneficio de nuestro país.
Pero la visión menos optimista nos dice que aun cuando hemos aumentado nuestra presencia en el ámbito laboral, las mujeres tenemos mayores desventajas que los hombres, ¿por qué?
Muchas veces, en nuestros empleos, se incumple con el derecho a la seguridad social e impuestos; son ejemplos: el trabajo agrícola no remunerado, el trabajo a domicilio a destajo y, por supuesto, el trabajo doméstico.
Todavía se cree que el ingreso de las mujeres en el hogar es secundario, siendo que la realidad indica que en México un tercio de los hogares está encabezado por una mujer, por lo tanto no es secundario, es primario.
Se considera que los hombres son los principales proveedores en el hogar, lo que descalifica a las mujeres de este papel.
En cualquiera de estas dos visiones –la optimista y la que no lo es tanto- un dato revelador es que a nivel mundial existe una mujer en alta posición gerencial por cada nueve hombres. Y si la comparación la hacemos entre mujeres, la brecha es aún más grande.
Para América Latina, la proporción todavía es más baja, es de una de cada 26 mujeres.
La salida que nos marcan los expertos y algunas experiencias internacionales para que las mujeres trabajadoras y empresarias prosperen, es crear alianzas entre ellas con el apoyo de las instituciones públicas y de las agencias internacionales.
En el caso de México, la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del segundo semestre de 2008 nos muestra que con respecto al total de hombres empleadores, que son el 81 por ciento, las mujeres empleadoras representan el 18.6 por ciento, que se centran básicamente en microempresas relacionadas con la prestación de servicios, el comercio y en un rango muy reducido en las manufacturas y en el transporte.
Es necesario resaltar que las mujeres trabajamos mayoritariamente en microempresas, 85 por ciento, en proporción mucho mayor que los hombres; en tanto que éstos son más dueños de medianas y grandes empresas. Lo anterior demuestra que la actividad empresarial aún es predominantemente masculina.
Las empresas dirigidas por mujeres funcionan con escasos activos e ingresos y la gran mayoría carece de crédito bancario. Y ni qué decir de la participación de las mujeres en asociaciones, en consejos y gremios, la cual es muy baja. Sólo en la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, la Concanaco, la participación femenina es fuerte, debido a que agrupa al sector comercial y de servicios, donde se concentra alrededor del 80 por ciento de las mujeres empresarias.
Otro aspecto que destaca la necesidad de liderazgos femeninos en las empresas es el de la migración y la fuga de cerebros. En este mundo globalizado, actualmente existen 100 millones de mujeres migrantes, lo que significa casi la mitad del total de personas que emigran. En estas oleadas de mujeres, ellas tienen mayores niveles de escolaridad que los varones, esto es un dato muy interesante, de todos nuestros migrantes que tenemos, principalmente en Estados Unidos, las mujeres tienen un mayor grado de escolaridad que los hombres y esto está propiciando una feminización de la fuga de cerebros en todo el mundo.
En este tema de migración, tienen sus ventajas porque encuentran un empleo, porque mandan remesas, pero también nuestro país se queda sin muchos mexicanos y mexicanas que podrían estar desarrollando sus capacidades en beneficio de nuestro país.
Por estas razones, la economía en su conjunto, y en especial las empresas lideradas por mujeres, tienen que volver los ojos hacia las mujeres desde otro punto de partida. La presencia de las mujeres en la esfera económica, ya sea como trabajadoras, consumidoras, empresarias e inversionistas, debe de ser reforzada por el Estado para lograr el bienestar social y la protección de sus derechos humanos.
Como señala Dalia Barrera, investigadora feminista: Ser mujer y tener poder económico, aunque sea sólo con una micro empresa, significa en México, para 87 mil empresarias, una lucha cotidiana contra prejuicios y discriminación y a eso se suma su obligación social de tener que conciliar el trabajo y la familia.
En síntesis, la participación de las mujeres en el ámbito empresarial ha tenido un paulatino crecimiento en las últimas décadas. Hoy en día, ya no está más en tela de juicio la capacidad de las mujeres para dirigir una empresa; por el contrario, se ha demostrado que no sólo puede con ello, sino también llevar una casa, educar a hijos y a hijas y, a veces, hasta ser activista de su propia asociación, como tenemos varios ejemplos por acá.
Sin embargo, la mujer empresaria aún se enfrenta con limitantes para llevar a cabo su participación en las actividades empresariales, ya que su inserción real en el poder económico requiere de profundos cambios sociales, políticos y culturales que apenas empiezan a cristalizarse.
Por su parte, el INMUJERES, a través del Programa Nacional para la Igualdad entre Mujeres y Hombres 2008-2012, nos hemos propuesto como objetivo estratégico: Potenciar la agencia económica de las mujeres a favor de mayores oportunidades para su bienestar y desarrollo, en donde de manera coordinada con las dependencias del Sistema Nacional de Igualdad daremos cumplimiento a este objetivo mediante estrategias de capacitación, de financiamiento, de acceso a tecnologías, conexión a mercados externos, apoyo a mujeres creadoras e innovadoras, etcétera, siempre en diálogo constante con las actoras, como en este caso con ustedes las empresarias, quienes mejor que nadie conocen sus necesidades.
Por otra parte, les quiero compartir que, como muchas de ustedes saben, el INMUJERES cuenta con el Modelo de Equidad de Género desde 2003, el cual ha sido una herramienta muy útil que nos ha permitido entrar al mundo de la empresa privada.
Tendremos la versión 2009, en donde buscaremos estímulos e incentivos para quienes capaciten y promuevan a más mujeres a mandos de liderazgo en las empresas como una medida positiva para aumentar el número de mujeres en puestos gerenciales en el sector privado.
Sin embargo, la mujer empresaria aún se enfrenta con limitantes para llevar a cabo su participación en las actividades empresariales, ya que su inserción real en el poder económico requiere de profundos cambios sociales, políticos y culturales que apenas empiezan a cristalizarse.
Por su parte, el INMUJERES, a través del Programa Nacional para la Igualdad entre Mujeres y Hombres 2008-2012, nos hemos propuesto como objetivo estratégico: Potenciar la agencia económica de las mujeres a favor de mayores oportunidades para su bienestar y desarrollo, en donde de manera coordinada con las dependencias del Sistema Nacional de Igualdad daremos cumplimiento a este objetivo mediante estrategias de capacitación, de financiamiento, de acceso a tecnologías, conexión a mercados externos, apoyo a mujeres creadoras e innovadoras, etcétera, siempre en diálogo constante con las actoras, como en este caso con ustedes las empresarias, quienes mejor que nadie conocen sus necesidades.
Por otra parte, les quiero compartir que, como muchas de ustedes saben, el INMUJERES cuenta con el Modelo de Equidad de Género desde 2003, el cual ha sido una herramienta muy útil que nos ha permitido entrar al mundo de la empresa privada.
Tendremos la versión 2009, en donde buscaremos estímulos e incentivos para quienes capaciten y promuevan a más mujeres a mandos de liderazgo en las empresas como una medida positiva para aumentar el número de mujeres en puestos gerenciales en el sector privado.
Esto es muy necesario porque la proporción de mujeres en altas posiciones gerenciales no está aumentando en relación a la proporción de mujeres empleadas. Además, porque en los países donde la fuga de cerebros de mujeres es alta puede estar amenazada la presencia de muchas de ellas, altamente capacitadas y en puestos de alta dirección.
También buscaremos mecanismos para alentar mayormente las empresas lideradas por mujeres, con incentivos que otorguen créditos, capacitación y asistencia técnica. Queremos proponer formas para que eliminen de su publicidad cualquier rasgo sexista y promuevan las tareas domésticas por igual en el ámbito familiar; tengan prácticas de eliminación del acoso y del hostigamiento laboral y sexual en sus empresas y una política de conciliación vida familiar y vida laboral.
En todas estas líneas de trabajo tendremos un puntual seguimiento y mecanismos de evaluación para que verdaderamente en corto plazo veamos los resultados.
Yo las invito a que seamos propositivas con acciones viables y que juntos, ustedes y nosotras, su INMUJERES, su Instituto, tengamos una agenda de trabajo de aquí al 2011, en donde cada tres o cuatro meses podamos ir midiendo los avances, ésta es una propuesta que planteamos y esperamos que sea aprobada también por ustedes.
Yo las invito a que seamos propositivas con acciones viables y que juntos, ustedes y nosotras, su INMUJERES, su Instituto, tengamos una agenda de trabajo de aquí al 2011, en donde cada tres o cuatro meses podamos ir midiendo los avances, ésta es una propuesta que planteamos y esperamos que sea aprobada también por ustedes.
Por último, sabemos que los retos de las mujeres empresarias son muchos, pero estoy segura que conjuntando la voluntad del gobierno federal, de empresarias y sociedad civil a través de sus diversas instituciones que apoyan los proyectos económicos de mujeres, tendremos el mejor escenario para lograr la meta de la igualdad de género y de mejores oportunidades, por supuesto una mejor calidad de vida, en un futuro no muy lejano.
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