También puede haber alteraciones del sueño, gastrointestinales y depresión
Se ha encontrado que las personas que tienen Enfermedad de Parkinson pueden tener no sólo problemas de control del movimiento, sino disminución del sentido del olfato, alteraciones del sueño y gastrointestinales, además de depresión, afirmó Mayela Rodríguez Violante, jefa del Laboratorio Clínico de Enfermedades Neurodegenerativas del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía “Manuel Velasco Suárez”,
En entrevista, detalló que de acuerdo con una investigación clínica sobre esta enfermedad, la detección de estos síntomas y no sólo del movimiento, permitiría un diagnóstico oportuno, ya que por lo general los pacientes solicitan atención médica cuando tienen problemas motores.
Indicó que los pacientes con enfermedad de Parkinson se deprimen más que el resto de la población debido, por un lado, al estigma social y, por otro, a que conforme progresa este padecimiento no sólo hay alteraciones en una sustancia cerebral llamada dopamina, sino en otras relacionadas con la depresión, ansiedad y sueño, como la serotonina y noradrenalina.
Hizo hincapié en que este padecimiento afecta no sólo la movilidad, sino también produce alteraciones del olfato, gastrointestinales, genitourinarias y depresión, síntomas que más impacto negativo tienen en la calidad de vida del paciente, por lo que deben ser analizados y atendidos también por el médico tratante.
Añadió que 75% de los pacientes inician con dolor en codos y hombros, que los lleva a cirugías ortopédicas innecesarias y al retraso de entre dos y cuatro años de detección de la enfermedad.
Una persona puede sospechar que tiene Parkinson si además de los síntomas antes mencionados, la mano le tiembla por momentos en estado de reposo, cuando camina no realiza el braceo habitual, tiene rigidez, realiza sus actividades de forma lenta, las letras se ven más pequeñas y se le dificulta entenderlas.
En la actualidad, se cuenta con nuevos medicamentos y tratamientos quirúrgicos que permiten una mejor calidad de vida al lograr que no se interrumpa el tratamiento y liberen continuamente la sustancia que ayuda al cerebro a su mejor funcionamiento.
Estos nuevos tratamientos logran una estimulación continua, una mejor respuesta e incluso algunos retrasan el avance de la enfermedad.
Asimismo, dijo la especialista, se cuenta con cirugía de estimulación cerebral profunda que consiste en colocar un aparato parecido al marcapasos y dos electrodos en diferentes zonas cerebrales, con lo cual se logran revertir algunos de los síntomas, con un efecto similar al de los medicamentos.
Se realiza en quirófano y con el paciente despierto para ir analizando los efectos. En algunos reduce hasta 80% el uso de medicamentos y en otros los sustituye por completo, con su consecuente mejoría en la calidad de vida.
Precisó que el tipo de tratamiento que se suministra depende del tiempo de evolución de la enfermedad y la edad del paciente, de tal forma que cuando son menores de 60 años y que se detectan al inicio de la enfermedad, se les administran dopaminérgicos o inhibidores.
Conforme la enfermedad avanza y ocasiona complicaciones motoras que requieran más medicamentos para su control, se someten a cirugía, siempre y cuando cumplan determinados requisitos para la estimulación.
La falta de atención lleva a la persona a sufrir discapacidad, caídas continuas, dependencia para la realización de sus actividades cotidianas y después de 15 a 20 años de evolución, deterioro cognitivo y alucinaciones visuales.
Afecta a 1% de la población mayor de 60 años, no se puede prevenir ni curar pero sí retrasar su evolución con medicamentos. La mayor frecuencia es entre los 45 y 60 años y del total de pacientes afectados, hay dos hombres por una mujer. En el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía, el Parkinson es la tercera causa de consulta, después de la epilepsia y cefalea.
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