Los habitantes de las grandes ciudades están expuestos a diferentes tipos de contaminantes, los cuales invaden a cada célula del cuerpo humano desmejorando su funcionamiento hasta propiciar la enfermedad.
El aire que respiras, los alimentos que comemos y los tabacos que consumen los fumadores son algunos ejemplos de contaminación u oxidación celular, proceso al que cualquier ser vivo estará expuesto hasta el momento en el que se muere.
Tanto las personas que llevan un estilo de vida sano como aquellos que no se cuidan, - es decir: los que fuman, comen grasas, azúcares y harinas en exceso, no hacen deporte, entre algunos factores -, están sometidos a la contaminación de sus células, sin embargo es muy diferente la manera en la que repercute en unos y en otros.
Por ejemplo: las células del hígado de una persona obesa están expuestas a la misma contaminación del agua que el de una persona deportista. Si bien es cierto que ambos enfrentan el mismo conflicto, la gran diferencia estriba en que las células del hígado de la persona sana podrán defenderse mejor en comparación de quien tiene graves problemas de sobrepeso, sobre todo porque seguramente el o la obes@ también tendrá altos índices de grasas, azúcares, entre otros.
Este ejemplo que lo focalizamos en las células de hígado lo podemos trasladar a cualquier otro órgano o sistema del cuerpo humano: riñones, páncreas, pulmones y piel, por mencionar algunos, lo que permite observar lo vulnerable que es la salud.
Oxidación celular
Cada parte del cuerpo humano, sin excepción, está conformada por células, las cuales tienen un ciclo de vida como cualquier ser vivo sobre la faz de la Tierra. De igual forma, cada célula ha sido programada para cumplir una función específica, - las de la piel proteger contra los rayos UV del sol; las de la sangre fortalecer el sistema inmunológico, entre otros ejemplos – y cuando esto deja de suceder se comienza a manifestar la enfermedad.
Observemos el funcionamiento normal de las células de la lengua, éstas se encargan de identificar los sabores de los alimentos, así como de secretar la saliva suficiente para facilitar la digestión. Este proceso natural se altera en la boca de los fumadores, pues al ingerir el humo y los contaminantes del tabaco hacen que las células de la lengua se descompongan hasta que ya no diferencien lo que están ingiriendo o bien que la boca se quede seca.
Las consecuencias todavía pueden ser peores, ya que al descomponer el funcionamiento normal de las células, quedan vulnerables a desarrollar cáncer como es el caso de muchos fumadores que ya tienen tumor en la lengua o en alguna otra parte de la cavidad oral.
Depuración celular
Debido a que cualquier ser vivo estará expuesto a todo tipo de contaminación celular y esto no se detendrá hasta el último día de su vida, es recomendable ayudarle al organismo con intervenciones y productos que eviten la oxidación celular como por ejemplo: Omega III y sesiones de desintoxicación iónica.
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