Un recorrido cronológico de las publicaciones
del escritor y poeta Emilio Adolfo Westphalen, su estadía en México, su
silencio poético, las relaciones con otros personajes de la poesía peruana como
César Moro, y la narración de anécdotas referentes al autor fue lo que
compartieron Francisco Segovia, José María Espinasa, Julio Trujillo, Philippe
Ollé-Laprune y Rafael Vargas, en el marco de la presentación editorial de dos
obras relacionadas con el autor peruano.
Para recordar a uno de los autores
latinoamericanos más importantes del siglo XX, se realizó la presentación de
dos obras referentes a Westphalen, Simulacro de sortilegios, editada por la
Dirección General de Publicaciones del Conaculta y El río y el mar.
Correspondencia José María Arguedas- Emilio Adolfo Westphalen (1939-1969) del
Fondo de Cultura Económica (FCE), la noche del 12 de julio en el Centro
Cultural Bella Época.
Simulacro de sortilegios, reúne la obra
esencial del célebre poeta, ganador en 1977 del Premio Nacional de Literatura
en Perú, y presenta sus dos poéticas: los poemas de juventud de Las ínsulas
extrañas y Abolición de la muerte que hicieron de Westphalen una referencia
clave de la vanguardia peruana, con influencias del surrealismo y el dadaísmo;
y la poesía tardía, la de la vejez, más fragmentaria y filosófica, llena de
ironía y de autocuestionamiento.
Acerca de las dos etapas de autor peruano, el
escritor Francisco Segovia citó lo que alguna vez escribió Westphalen: “No se
puede esperar que uno escriba a los sesenta o setenta años de edad como lo hizo
a las veinte y tantos años. Los temas y lenguaje de su poesía han cambiado
considerablemente tras la urgencia de las llamadas vanguardias. Y no sólo hay
que tomar en cuenta los criterios estéticos también el proceso de capacitación
sufre mengua o deterioro con el tiempo.
Lo central en la obra de Westphalen,
fallecido en 2001, fue su heterodoxia. Segovia abundó en que el diplomático
nunca citó en carne propia la decadencia del surrealismo, “experimentó su
crisis y la siguió a una edad muy temprana y fue al primero en el que el
surrealismo hizo crisis”.
Respecto a la publicación del FCE,
perteneciente a la Colección Tierra Firme, es un trabajo que incluye una
compilación, transcripción y notas de Inés Westphalen Ortiz, un breve libro de
poemas El niño y el río y la última novela inconclusa de Arguedas, El zorro de
arriba y el zorro de abajo; en palabras del editor Rafael Vargas es una
aportación extraordinaria a la literatura hispanoamericana.
“Me parece magnífico que en México se celebre
a Westphalen, con la publicación de la antología y un trabajo epistolar pues su
relación con el país fue muy estrecha. La obra El río y el mar, sorprende pues uno no esperaría que José María Arguedas
y Emilio Adolfo Westphalen fueran amigos y existiera un vínculo tan fuerte entre
ellos”, opinó Vargas.
La amistad entre los dos escritores nació de
su encuentro como estudiantes en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en
1932, en la edición es evidente la complicidad y el diálogo constante que hubo
entre los dos grandes escritores, donde intercambiaron sus puntos de vista
acerca de la realidad sociocultural del Perú.
“Es una correspondencia muy íntima y rica
entre dos creadores y figuras críticas de lo que ocurría en su país, con una
descripción del clima intelectual peruano y la lucha política que ellos apoyaban
cuya correspondencia funciona como punto de partida para la biografía de ambos
creadores”.
Al tomar la palabra el editor y traductor
Philippe Ollé-Laprune, señaló que el trabajo de Inés Westphalen demuestra la
enorme amistad y confianza entre los dos escritores peruanos y aborda un género especial que es el
epistolar. “Los dos comparten muchas cosas, como la exigencia, la literatura y
la integridad, las actividades, y su relación con César Moro”.
“El libro no es una serie de cartas, tiene
unidad, coherencia, es un texto integral, casi es una novela, un diálogo
escrito muy impactante”, comentó.
José María Espinosa explicó que parece
sorprendente que exista un intercambio de correspondencia entre Arguedas y
Westphalen porque parecían autores muy diferentes. “Arguedas era un novelista
capaz de recrear la voz de la tierra y las raíces ancestrales, Westphalen nos
abriría los registros más profundos del surrealismo. Me emociona saber que
fueron amigos, se quisieron y admiraron. Lo que importa es ver cómo dos autores
enormes, se reconocen entre sí más allá de sus diferencias”, indicó.
Para cerrar la presentación, Julio Trujillo,
director editorial de la Dirección General de Publicaciones del Conaculta,
realizó una lectura de algunos poemas
del poeta nacido el 18 de enero de 1911, como: Barca de sueño, Homenaje
y Mundo mágico.
Simulacro de sortilegios, puede adquirirse en
librerías Educal y El río y el mar. Correspondencia José María Arguedas- Emilio
Adolfo Westphalen (1939-1969) en librerías del FCE.

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