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| El cine surrealista contiene elementos visuales que marcan el arte de nuestros días: Javier Espada |
En el Museo Nacional de Arte se presenta la
muestra Surrealismo. Vasos comunicantes, dentro de la cual se incluye un ciclo
de cine titulado “El ojo y sus narrativas”, mismo que dio inicio con una
conferencia a cargo de Javier Espada, director del Centro Buñuel de Calanda,
España.
Las cintas fueron curadas por Völker Rivinius
y el propio Espada, quien este 5 de julio apoyó su conferencia con la
proyección de las películas Le retour á la raison (Man Ray, Francia, 1923),
Ballet mécanique (Fernand Léger/ Dudley Murphy, Francia, 1924) y Les Mystéres
du cháteau de Dé (Man Ray, Francia, 1929).
En primera instancia, Espada hizo referencia
a la época en que surgió el propio movimiento surrealista, que srugió entre las
dos guerras mundiales, “primero como una manera de alentar la creación
artística de un modo mucho más imaginativo de cómo se había venido haciendo y
con un dejo, digamos contenido también, de crítica constructiva.
“Pero luego de la Segunda Guerra Mundial, las
cosas cambiaron y los propios artistas surrealistas tomaron un sesgo diferente
que cuestionó tanto sus propias carreras como a la sociedad de aquellos años;
este periodo bien puede ubicarse entre las décadas de los 20 y los 40, tiempo
durante el cual surgieron las propuestas de autores como André Breton, Salvador
Dalí y en cine tenemos a Man Ray y luego a Luis Buñuel”.
Espada tomó estas consideraciones en cuenta
para abordar entonces la tendencia en el cine, en la que su compatriota, Luis
Buñuel, es la máxima figura del género.
“Su caso es el mejor ejemplo de cómo esta
expresión nació, creció, se reprodujo y ha sobrevivido hasta nuestros días. Buñuel
tuvo primero un filme abiertamente surrealista, El perro andaluz, y
posteriormente echó mano de lo aprendido con este trabajo, pues sus películas
posteriores nada tienen que ver con este recurso, pero que aparece como parte
de su discurso narrativo.
“En otro sentido, y ese es el propósito de
esta conferencia, acercarnos a películas como las de Man Ray nos permite ver
tanto las ideas que se pueden concretar en este tipo de cine como el alcance de
las mismas. Es decir, las películas echan mano de contundentes imágenes que
representan los sueños, premisa básico de este arte, las cuales reconocemos con
facilidad porque seguimos conviviendo con ellas. El cine surrealista contiene
los elementos visuales que marcan el arte de nuestros días”.
Espada resaltó que si bien el surrealismo
como movimiento artístico puede ubicarse en un periodo determinado, su
influencia ha permanecido a lo largo de los años, pues la representación
fílmica de los sueños se ha convertido en parte del lenguaje cinematográfico
contemporáneo.
En ese sentido volvió a citar al cine de Luis
Buñuel como ejemplo de este proceso, cuyas películas posteriores a su estancia
en España, si bien dejaron de ser surrealistas, incluyeron elementos narrativos
marcados por evocaciones llenas de ensoñación, como algunas secuencias de
cintas clásicas como Los olvidados.
En este filme, Buñuel “prácticamente se
reinventó en términos narrativos, así que en esta etapa de su producción vemos
cómo el surrealismo aflora en sus historias, y lo hace de manera por demás
acertada, para explicarnos que este es un punto muy difícil de alcanzar.
“Si Man Ray enseña en sus películas los
alcances expresivos del surrealismo en el cine, Buñuel muestra cómo este
recurso se puede incorporar a la gramática visual de una producción; de ahí que
las películas elegidas por Völker Rivinius para este ciclo incluyan tanto
aquellas que pertenecen al género, como otras en las que se ejemplifica su
presencia en épocas más cercanas a la nuestra”.
Espada señaló que la muestra de obras surrealistas
presentada en el Museo Nacional de Arte como en el ciclo “El ojo y sus
narrativas”, son una oportunidad para acercarse a esta expresión desde todas
las perspectivas artísticas que la involucran.
“En México ocurre algo muy interesante en ese
sentido, porque si bien ahora es más fácil hacer cine porque los costos han
disminuido gracias a la tecnología, también hay historias mucho más ricas y que
requieren de más recursos para ser contadas, por lo que es obvio que los
realizadores nacionales echan mano con mayor frecuencia de ambientes oníricos
para narrar los temas que les interesan.
“Un ejemplo de esta idea es el cine de Carlos
Reygadas, que si bien no es surrealista sí se puede ver cómo la representación
de los sueños en sus películas es cada vez más frecuente y se ha convertido en
un recurso para contar sus historias, que en términos visuales son como una
gran ensoñación”.
El ciclo “El ojo y sus narrativas. El cine
surrealista desde México” continuará proyectándose los sábados y domingos hasta
el próximo mes de septiembre, en el sala de proyecciones del Museo Nacional de
Arte, Tacuba 8, Centro Histórico.
Los detalles de la programación se pueden consultar en www.imcine.gob.mx, o en www.divulgacionimcine.gob.mx/cinesecuencias

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