La obra se perfila como clave interpretativa de la nueva narrativa mexicana. El libro de Alberto Chimal, publicado por la DGP del Conaculta, será presentado el sábado 23 de febrero a las 12:00 horas, en la XXXIV Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería
Luego de plantearse la necesidad de hacer la
historia de los narradores que, como él, nacieron entre finales de los años
sesenta y principios de los setenta, Alberto Chimal concibió el libro La
Generación Z y otros ensayos, con la finalidad de entender cómo se han
difundido las propuestas estéticas de los mismos y ofrecer sus argumentos en
torno a las obras publicadas desde mediados de los noventa.
Editado en la colección “El Centauro”, de la
Dirección General de Publicaciones (DGP) del Conaculta, la obra ensayística de
Alberto Chimal plantea un recorrido hacia dentro, hacia la raíz del acto de
escribir en un momento crítico personal y generacional.
Dicha inquietud, a partir del contexto
inmediato, lleva a Chimal a expresar su interés por diversos escritores como en
los ensayos “Edward Gorey o la antinovela”, “Amparo Dávila: la vía del
oscurecimiento”, “Poeiana (a partir de tres textos recuperados)”, o sobre temas
literarios, tal lo demuestra en “Manifiesto del cuento mutante” y “Tolstoi
descubre las cualidades de la minificción”.
Finalmente, los textos de corte autobiográfico,
entre ellos “Generación Z” y “El señor Perdurabo”, junto con “De la escritura
fantástica” y “Escritura y tecnología (redux)”, fusionan los distintos aspectos
de este libro, que se perfilaría como una clave interpretativa de la nueva
narrativa mexicana.
En “Generación Z”, ensayo con que abre el
libro, Chimal refiere que hace falta contar una historia, “en especial de los
narradores, de mi edad: los que se acercaban a los treinta años cuando comenzó
el siglo: Hace unos años hubo cierta polémica alrededor de nosotros; no se
enteró casi nadie más allá de los propios colegas, como suele suceder en
México, pero la discusión giró alrededor de algunos libros de entonces, su
mérito o su falta de mérito, lo poco que se parecían a una obra maestra como
las de las grandes figuras, y lo que esto implicaba para la generación”.
El término Generación Z “se volvió mala
palabra” y se generó la falsa idea de una generación sin una propuesta común,
sin embargo, en los noventa sí “hubo una tendencia que siguieron muchos
narradores principiantes de la generación. En su momento, los lectores
simplemente no percibimos que todos compartían varios rasgos comunes:
narradores pasivos y contemplativos, tramas casi desprovistas de
acontecimientos, un ambiente urbano y contemporáneo visto de manera no
desapasionada pero sí distante y, sobre todo, una sensación de desencanto”,
dice el autor.
Este grupo afín, sostiene, apareció sin
mediar ningún manifiesto. “Algunos tendían a lo experimental, otros se
centraban en la exploración de personajes, otros en tramas entendidas de manera
más convencional, pero los temas centrales eran siempre dos: el tiempo y la
memoria, y todas las historias desembocaban en la misma idea de un daño o una
pérdida”.
Premio Nacional de Cuento San Luis Potosí 2002
por Éstos son los días, Chimal agrega que éstos no llamaron la atención por dos
razones. “Por un lado, los textos eran parte del espíritu de la época. El ‘fin
de siglo’ con sus asociaciones apocalípticas, se había puesto de moda gracias a
los medios y se explotaba en ellos de muchas formas; a la vez, tras la caída
del Muro de Berlín y de la mayoría de los regímenes comunistas en los tempranos
noventa otra noción popular era la del ‘fin de la historia”.
“La burguesía más o menos ilustrada a la que
pertenecía el grueso de los escritores que éramos jóvenes entonces se había
quedado sin asidero ideológico, o por lo menos sin sustento para una serie de
ideas frívolas y optimistas sobre el futuro que habían sido parte de nuestra
educación sentimental y de la cultura popular desde nuestra infancia.
“Por otra parte, las historias de ese momento
y ese ánimo apenas dejaron huella. La causa fue, sobre todo, que la mayoría de
textos apenas se difundieron”, afirma el autor y sostiene que durante los
noventa hubo un gran auge de la publicación ‘no comercial’ de escritores
jóvenes, al amparo de proyectos independientes o contraculturales o de
iniciativas del Estado, pero que careció de nuevas formas de distribución que
permitieran llegar a un mayor número de lectores.
En los primeros años del siglo XXI, dice,
desapareció la narrativa del “grupo” del tiempo y la memoria, “que no había
terminado de destacarse ni ofrecido una obra maestra; dejó de representar una
tendencia mayoritaria porque la mayoría de sus autores, nada más porque sí,
dejó de escribir. Ésta, y no las que le han colgado luego, es la derrota de la
narrativa de mi generación: todas se desgastan, por supuesto, y en ese desgaste
todas demuestran la necesidad de la persistencia, pero lo sucedido fue el equivalente
de una extinción en masa, probablemente el fin de miles de carreras y
proyectos”.
Chimal afirma que este desencanto de tantas
personas, además de las razones personales de cada autor, se debió a que los
últimos años del siglo XX y los primeros del XXI fueron de pasmo y desconcierto
general, pues a las convulsiones locales se agregaron cambios violentos en el
mundo entero que no sólo fueron profundos sino que llegaron muy rápidamente,
uno tras otro, durante años, y a ello se sumó la popularización del Internet y
el surgimiento del “nuevo orden mundial”, entre otras causas.
La Generación Z y otros ensayos será
presentado el sábado 23 de febrero a las 12:00 horas, en el Salón de la
Academia de Ingeniería, dentro de las actividades de la XXXIV Feria Internacional
del Libro del Palacio de Minería (Tacuba 5, Centro Histórico), con los
comentarios de Verónica Murguía, Armando González Torres, Eduardo Huchín,
Alberto Cue y el autor.

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