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viernes, 22 de febrero de 2013

Se redescubre la ciencia

En la década de los noventas, el doctor Tomás Alcocer González desempolva, rescata y comienza a traducir de manera literal “El libro sagrado del dios amarillo de la medicina interna”, documento que contiene las bases de la medicina tradicional china y que fue olvidado hasta por el mismo pueblo chino.


Por: Héctor Ramos

En los años 1600 de nuestra era, China padeció diversos embates en todas las áreas que conforman la vida de un país y al coincidir con la expansión del imperio español, fue la conquista de tipo religioso de los Jesuitas la que prohibió la práctica de la medicina tradicional china.
“Durante la conquista prohibieron que se pusieran agujas en alguna parte del cuerpo para lograr sanación porque eso se consideraba esotérico e inclusive pagano y no propio de Dios”, comentó a BRAKE OVER el doctor Tomás Alcocer, Director del Instituto "Alcocer" Medicina Tradicional China y Acupuntura.
Agregó que la prohibición de la acupuntura fue durante la dinastía Ming y que llegó a tal extremo que el hospital que estaba a un costado del palacio imperial quedó inutilizado durante largo tiempo. Esto provocó un bloqueo enorme para el desarrollo histórico y científico de la medicina tradicional china, pues al no practicarse se perdieron conceptos que posteriormente dificultaron su comprensión.
Doscientos años después, en 1846, la terapéutica oriental milenaria, tuvo otro desazón importante cuando China e Inglaterra se confrontan en la guerra del opio, conflicto que facilitó la incursión y dominio de otros países como Francia, Alemania, Japón y Estados Unidos, entre otros.
Tras casi cuatro siglos de dominación y crisis, es en 1936 cuando el Presidente del Partido Comunista de China, Mao Tse Tung, determina que la medicina tradicional es el método ideal para sanar al pueblo chino. El resurgimiento cobra tal auge que en 1958 se hace la primer cirugía con anestesia de acupuntura estimulando el punto cuatro de intestino grueso.
“Desafortunadamente tantos años de prohibición y de tener el conocimiento guardado propiciaron que en las facultades de medicina sólo se enseñara la técnica sin el fundamento. Ya ni siquiera se sabía lo que era un canal de acupuntura, sólo se aprendían los puntos y su aplicación pero hasta ahí”, dice el doctor Tomás Alcocer González.
Entre las preguntas sin respuesta del médico-investigador mexicano y un compendio de documentos perdidos en el tiempo, surge un libro hallado en una tumba en el año de 1973, texto en chino antiguo que encomiendan traducir al doctor Tomás Alcocer y que se titula “Los once vasos”, llamado también el libro de Ma Wang Dui.
“Al leer este material me encuentro por primera vez con la descripción anatómica de los canales de acupuntura, los cuales son recorridos vasculares cuyo flujo de sangre se tiene que regularizar para la cura de las enfermedades”,
Es entonces cuando por fin entro de lleno a “El libro sagrado del dios amarillo de la medicina interna”, texto que refleja el gran número de trabajos de disección que se tuvieron que haber hecho para encontrar, identificar y documentar cada uno de los canales de acupuntura y del sistema nervioso central.
Fue en la década de los noventas cuando Tomás Alcocer González comenzó la traducción literal de los escritos sagrados del libro del dios amarillo, pues ya existían traducciones al francés, alemán, inglés e inclusive al español pero como habían sido hechas por religiosos no respetaban el sentido real de su contenido.

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