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lunes, 4 de junio de 2012

Equidad de género desde la infancia



Es necesaria la construcción de una cultura de la equidad desde la infancia, a través de la cual se generen y promuevan los valores de la igualdad, la equidad, la no discriminación y el respeto a los derechos de las personas, lo que representa un fin en sí mismo, pero también un medio para garantizar en el futuro sociedades más justas.
Por lo anterior, es preciso tomar en consideración la manera en que niñas y niños reaccionan ante un desastre, así como los peligros o vulnerabilidades externas asociados al desastre.
El Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES) considera que se debe tener una especial atención a la población infantil: la publicación de literatura especializada, el desarrollo de actividades lúdicas, la realización de talleres, simulacros y exposiciones, entre muchas otras formas de enseñanza-aprendizaje son, actualmente, herramientas que informan, capacitan y preparan a niñas y niños para reducir el riesgo y los peligros derivados de una amenaza, promoviendo la igualdad y su participación en la toma de decisiones.
Asimismo, se deben impulsar normas jurídicas que vean en la infancia a verdaderos sujetos de derechos. La revisión legislativa debe ir encaminada en tres líneas: leyes específicas para la infancia y la adolescencia en conflicto con la ley penal, códigos civiles que no permitan el matrimonio entre personas menores de edad y normas que fomenten la paternidad responsable.
Los orígenes del Día Universal del Niño se remontan a 1924, cuando la entonces Liga de las Naciones Unidas, antecesora de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), aprobó la Primera Declaración de los Derechos del Niño con la premisa de que “la humanidad les debe a los niños lo que mejor que tiene para ofrecer. En 1948, el mismo año en que se decretó la Declaración Universal de los Derechos Humanos y ya con el nombre de ONU fue aprobada la Segunda Declaración de los Derechos del Niño.
Para 1954, la Asamblea General recomendó mediante la Resolución 836 que se instituyera en todos los países un Día Universal del Niño, el cual se consagraría a la fraternidad y a la comprensión de la niñez del mundo y se destinaría a actividades para promover el bienestar de los menores. En esa ocasión se sugirió a los Estados que tal celebración fuese determinada por cada gobierno, según la fecha que cada uno estimara conveniente.
En México, en 1924, cuando era presidente el general Alvaro Obregón y siendo secretario de Educación José Vasconcelos, se destinó el 30 de abril para conmemorar el Día del Niño. En el caso de la ONU, el 20 de noviembre fue escogido porque ese día se conmemora la aprobación de la Declaración de los Derechos del Niño y la Convención sobre los Derechos del Niño.

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