Es necesaria la construcción de una cultura
de la equidad desde la infancia, a través de la cual se generen y promuevan los
valores de la igualdad, la equidad, la no discriminación y el respeto a los
derechos de las personas, lo que representa un fin en sí mismo, pero también un
medio para garantizar en el futuro sociedades más justas.
Por lo anterior, es preciso tomar en
consideración la manera en que niñas y niños reaccionan ante un desastre, así
como los peligros o vulnerabilidades externas asociados al desastre.
El Instituto Nacional de las Mujeres
(INMUJERES) considera que se debe tener una especial atención a la población
infantil: la publicación de literatura especializada, el desarrollo de
actividades lúdicas, la realización de talleres, simulacros y exposiciones,
entre muchas otras formas de enseñanza-aprendizaje son, actualmente,
herramientas que informan, capacitan y preparan a niñas y niños para reducir el
riesgo y los peligros derivados de una amenaza, promoviendo la igualdad y su
participación en la toma de decisiones.
Asimismo, se deben impulsar normas jurídicas
que vean en la infancia a verdaderos sujetos de derechos. La revisión
legislativa debe ir encaminada en tres líneas: leyes específicas para la
infancia y la adolescencia en conflicto con la ley penal, códigos civiles que
no permitan el matrimonio entre personas menores de edad y normas que fomenten
la paternidad responsable.
Los orígenes del Día Universal del Niño se
remontan a 1924, cuando la entonces Liga de las Naciones Unidas, antecesora de
la Organización de las Naciones Unidas (ONU), aprobó la Primera Declaración de
los Derechos del Niño con la premisa de que “la humanidad les debe a los niños
lo que mejor que tiene para ofrecer. En 1948, el mismo año en que se decretó la
Declaración Universal de los Derechos Humanos y ya con el nombre de ONU fue
aprobada la Segunda Declaración de los Derechos del Niño.
Para 1954, la Asamblea General recomendó
mediante la Resolución 836 que se instituyera en todos los países un Día
Universal del Niño, el cual se consagraría a la fraternidad y a la comprensión
de la niñez del mundo y se destinaría a actividades para promover el bienestar
de los menores. En esa ocasión se sugirió a los Estados que tal celebración
fuese determinada por cada gobierno, según la fecha que cada uno estimara
conveniente.
En México, en 1924, cuando era presidente el
general Alvaro Obregón y siendo secretario de Educación José Vasconcelos, se
destinó el 30 de abril para conmemorar el Día del Niño. En el caso de la ONU,
el 20 de noviembre fue escogido porque ese día se conmemora la aprobación de la
Declaración de los Derechos del Niño y la Convención sobre los Derechos del
Niño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario