En el marco del Día mundial de la
alimentación, alertaron que el número de hectáreas destinadas a las siembras de
semillas transgénicas de maíz, algodón, trigo y soya autorizadas por el
gobierno federal avanza silenciosamente poniendo en riesgo de contaminación no
sólo las cosechas de estas plantas sino otros productos relacionados con
nuestra alimentación.
Los productos que llevamos a nuestra mesa
están en alto riesgo de contener transgénicos, lo que implica además de riesgos
para la salud de los consumidores, la imposibilidad de acceder a los mercados
donde se exige la certificación de que los productos sean totalmente libres de
organismos genéticamente modificados (OGM).
El Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y
Calidad Agroalimentaria (Senasica), dependencia de la Secretaría de
Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa),
otorgó a la empresa Monsanto un permiso para la liberación en programa piloto
de 30,000 hectáreas de soya genéticamente modificada amenazando la producción y
comercialización de la miel de la península de Yucatán, de la que dependen mas
de 16,000 apicultores campesinos: miel que por sus características, origen
floral y calidad tiene como mercado preferente a la comunidad económica
europea”, señaló Pablo Duarte Sánchez, coordinador de la UNORCA en Yucatán.
México es el sexto productor y tercer
exportador mundial de miel de abeja. El destino principal de estas
exportaciones, de la cual dependen más de 40,000 apicultores, es la Unión
Europea. Pero esta posición envidiable se está viendo amenazada por cultivos de
maíz transgénico y soya transgénica.
El Tribunal de Justicia de la Unión Europea
prohibió la comercialización de mieles que contengan polen de origen
transgénico no autorizado (maíz MON 810 de la empresa Monsanto).
“Del pronunciamiento del Tribunal se
desprenden dos situaciones: si se trata de polen de plantas transgénicas no
autorizadas para la alimentación, la miel sencillamente no puede
comercializarse (principio de tolerancia cero); si se trata de polen de plantas
transgénicas autorizadas para la alimentación, es posible comercializar la
miel, indicando en una etiqueta la leyenda “Contiene ingredientes modificados
genéticamente” cuando su contenido sobrepasa el 0.9 por ciento. Sin embargo, la
comercialización de miel con este etiquetado parece casi imposible, cualquiera
que sea su origen, dado que la gran mayoría de los consumidores europeos
rechazan los alimentos transgénicos”, alertó Ernesto Ladrón de Guevara,
representante de la UNORCA.
Los principales comercializadores de miel de
la región han comenzado a recibir avisos de sus compradores respecto a la
necesidad de garantizar que la miel producida en la región se encuentra libre
de polen de plantas transgénicas.
En el caso de la península yucateca, que es
extremadamente plana, no hay forma de evitar que el polen de las plantaciones
transgénicas contamine todas las demás plantaciones. La autorización de
transgénicos resulta incongruente con los programas que el gobierno federal ha
venido impulsando desde el sexenio anterior para garantizar la inocuidad de la
miel producida en la región.
“La experimentación a campo abierto en
nuestro país únicamente busca probar resistencia a insectos y a herbicidas, no
el flujo génico que inminentemente contaminará cultivos de maíz nativo, así
como la producción de miel, perjudicando tanto a productores como a
consumidores por tratarse de organismos que no han sido correctamente evaluados
y que no ha descartado afectaciones para la salud humana. Es urgente que las
autoridades reinstalen la moratoria a cultivos transgénicos, tal como lo ha
recomendado el Relator Especial de Naciones Unidas sobre el Derecho a la
Alimentación, Olivier De Shutter”, demandó, Aleira Lara, coordinadora de la
campaña de Agricultura sustentable y transgénicos de Greenpeace México.
“No podemos dejar de subrayar que la adopción
de transgénicos representa una amenaza para la soberanía alimentaria, ya que
las semillas y su contenido genético son propiedad de las empresas que los
generan, no de los campesinos. Más que por ventajas tecnológicas productivas,
la expansión de los transgénicos se viene dando como un negocio de mutua
conveniencia y connivencia entre corporaciones transnacionales y alta
burocracia gubernamental del sector agropecuario y financiero (SAGARPA,
FINANCIERA RURAL, FIRA, FIRCO BANCA). Ante esta situación, la sociedad civil
tiene que tomar acciones y hacer presentes sus demandas, intereses y
presencia”, concluyeron los participantes.
Fuente: Greenpeace
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