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miércoles, 15 de febrero de 2012

Egresados carecen de destrezas laborales


El 80% de los programas académicos son teóricos y el 72% de las asignaturas no se vinculan directamente al campo laboral en las universidades mexicanas, donde se privilegia la capacitación y no el entrenamiento práctico según Jorge Manrique, Rector del Colegio Jurista.
De acuerdo al experto, “el trabajo social se limita a realizar sencillas labores administrativas en las compañías, la mayoría del sector gubernamental, y se carece de convenios de colaboración entre la iniciativa privada y las universidades que generen alianzas estratégicas que beneficien a la sociedad en general”.
Así, “menos del 5% de los convenios entre universidad e iniciativa privada corresponden a desarrollos científicos y tecnológicos. El 57.5% a prácticas profesionales, 18.6% servicio social y 4.2% a capacitación y educación continua”.
Sin embargo, la Iniciativa Privada argumenta alto burocratismo, falta de preparación y recursos en las universidades para considerarlos aliados estratégicos para la investigación y el desarrollo empresarial. “Una queja frecuente entre los líderes de negocios es que los estudiantes no tienen la madurez y conocimientos para desempeñar tareas cotidianas de trabajo”.
Para el jurista, esto se debe a que en las universidades el rol de formadores es preponderante y la función práctica, de capacitación laboral, se minimiza al 10% en los programas académicos.
“Esto es válido para todas las profesiones, pero sobre todo en aquellas consideradas tradicionales como Derecho o Medicina, o altamente demandadas o de moda como Criminalística, Comunicaciones e incluso Gastronomía”, refiere el Académico.
Por ello, las universidades no sólo deben generar bolsas de trabajo, sino analizar cómo elevar los estándares académicos de las universidades. “La actualización de los planes de estudio es necesaria para que nuestros egresados puedan  ejercer eficientemente en el campo laboral”, refiere Manrique.
Sin embargo, “debemos establecer un balance en el que se valore el conocimiento por sí mismo y de forma simultánea estimulemos la educación por competencias o saberes de ejecución. Es decir, el reto de la universidad actual es conocer y saber hacer, no anteponer un factor al otro porque al optar por uno de estos objetivos  disminuiríamos el papel del profesionista, lo convertiríamos en un teórico o en un operario y el debe ser capaz de efectuar ambas tareas que generan transformaciones tangibles en la sociedad”.
Para Manrique, que participa activamente en programas de actualización, debe mediarse entre la educación por competencias y la educación formativa.
“El conocimiento tiene un valor en sí mismo, pero la aplicación debe reforzarse mediante el desarrollo de destrezas y habilidades que les permitirán a los graduados competir de manera eficiente en el mercado laboral”.
El Rector de la institución que será sede del Concurso Nacional de Litigio Oral en mayo, aseguró que la información y formación son esenciales para conformar marcos referenciales, y a partir de ellos impulsar la flexibilidad y adaptación acorde a las demandas del mercado laboral.
“En un mundo en cambio continuo, resulta necesario remarcar que la actualización es una cuestión de todos los días. El profesionista debe estar al tanto de los conocimientos, destrezas y habilidades que debe desempeñar para responder a las demandas cambiantes de la sociedad”, mencionó finalmente Manrique.

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