En
el 92% de los casos estos desvíos de recursos no se descubrieron hasta después
de seis meses y en los 1,102 casos analizados de 2011 a 0ctubre de 2012 se
detectaron tres factores coincidentes: fallas en la supervisión del personal, falta de controles internos y deficiente infraestructura ética.
Sin
embargo “en estos casos los fraudes los
generaron personal operativo y jefes de
área, pero no tenemos documentados ilícitos financieros perpetrados por los
directores generales y presidentes de tales organismos , aunque
estadísticamente el monto de lo
defraudado ascendería hasta cinco veces en
este delito que tiene una impunidad mayor del
99%”, comenta Manrique.
De
acuerdo al jurista, son pocos los casos denunciados en estos organismos donde
impera gran opacidad y discrecionalidad en el manejo de recursos porque “se
teme una mala imagen de la institución si se dan a conocer los fraudes al
interior e incide en gran desconfianza de la opinión pública hacia los fundadores y cuerpo directivo”.
Cuando
mediante auditorías y controles internos se descubre el ilícito, en la mayoría
de estas organizaciones se despide a quien realizó el ilícito pero poco o nada
se abunda sobre la forma en que se generó y si existen o no otros implicados.
En general, se busca que el crimen pase desapercibido incluso al interior del
propio organismo.
“En
general el desvío de recursos asciende en épocas de recesión, cuando las
instituciones concentran las actividades y control en una sola persona y se
descuidan los controles internos. Esto presupone que los colaboradores tomen
“prestados” algunos recursos”, dice Manrique.
El
Rector del Colegio Jurista advierte que “cuando en la dirección general se
cometen ilícitos, los subalternos son más proclives a emular patrones de
criminalidad financiera. Así, “un fraude menor indica que existe uno de mayor
cuantía perpetrado por un mando superior, generalmente se trata del jefe
inmediato en el organigrama”, comenta Manrique.
¿A dónde va el dinero?
Existen
sectores donde se acumula la mayor parte del desvío de recursos de organizaciones
opacas. El Colegio Jurista enumera las siguientes: Práctica de juegos con
apuesta, concursos o sorteos, tarjetas de servicios, de crédito y pre-pagadas,
cheques de viajero, construcción o desarrollo de bienes inmuebles, joyas o
relojes, obras de arte, vehículos,
nuevos o usados, ya sean aéreos, marítimos o terrestres y servicios profesionales
como abogados, contadores y asesores financieros.
“Entre mayor es el monto de los desviado más intermediarios aparecen en
el desvío de recursos y más difícil es encontrar el nexo entre prestanombres y
propiedades y cuentas. Por lo regular quien defrauda tiene la precaución de
dividir el destino hasta en tres
diferentes destinos y emplear prestanombres diferentes en ciudades o países
diferentes. Cuando se trata de empleados de bajo rango, el fraude se limita en
cantidad y opciones de gasto. En estos casos es más fácil descubrir el
ilícito”, finaliza Manrique.
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