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jueves, 30 de mayo de 2013

Urge derecho garantizado de las mujeres a la salud integral

El Instituto Nacional de las Mujeres hace un llamado para que el trabajo coordinado entre las instituciones competentes y la sociedad concurra en garantizar el derecho de las mujeres a una salud integral
La salud es un derecho de las mujeres y su ejercicio pleno debe darse sin restricciones ni exclusiones de ningún tipo, a lo largo de toda su vida. Hablar de la salud de las mujeres mexicanas es hablar de la salud de la mitad de la población en el país.
El derecho a la salud de las mujeres es una obligación asumida por el Estado mexicano en distintos instrumentos legales internacionales, entre los que se encuentra la Convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer.
Se han hecho grandes esfuerzos para aumentar la calidad y la cobertura de los servicios de salud, y sin duda hay importantes avances al respecto, pero todavía están lejos de ser suficientes. Es preciso adecuar las medidas de prevención y promoción de la salud de manera que tomen en cuenta las condiciones específicas de mujeres y hombres.
Esto incluye, entre otras cosas, eliminar los estereotipos de género en la operación de las instituciones de salud, alentar a los hombres y las mujeres a que participen en actividades de autocuidado y de salud comunitaria, asegurarse de que los mensajes llegan tanto a ellas como a ellos, fomentar que la asistencia de las personas enfermas sea compartida entre las y los integrantes de las familias, y promover la salud de las mujeres como un fin en sí mismo y no como un medio para beneficiar a otras personas.
Las diferencias entre mujeres y hombres en cuanto a disparidades, estereotipos y roles determinan también las desigualdades en vulnerabilidad y exposición a riesgos a las enfermedades, desde el punto de vista biológico, psicológico y social. Esto tiene implicaciones en términos de prevención, diagnóstico oportuno, atención y calidad de vida.
Las funciones y tareas que ellas y ellos desempeñan en la sociedad, y que son resultado de una construcción cultural, influyen en la manera en que se comportan respecto a su salud y afecta la manera en que unas y otros toman decisiones para protegerla y acceder a los servicios.
Por ejemplo, la expectativa de que los hombres sean fuertes y arriesgados puede impedir que tengan la disciplina para cuidarse, tomar medidas preventivas y acercarse a los servicios médicos. Relacionado con estos mismos estereotipos está el hecho de que la cirrosis y enfermedades crónicas del hígado y los homicidios se encuentren entre las cinco principales causas de mortalidad de los hombres.
En cuanto a las mujeres, tradicionalmente se les asigna la labor de atender a las personas que integran los hogares, lo que ocasiona que no se preocupen por la atención de su propia salud. Llevan a las niñas y niños al doctor/a, cuidan de la pareja y de sus padres y madres en caso de enfermedad, pero se ocupan de sí mismas solamente cuando están embarazadas o cuando están muy enfermas.
De acuerdo con cifras del INEGI, en 2010, la diabetes mellitus, las enfermedades isquémicas del corazón, las del hígado y las cerebrovasculares fueron las principales causas de muerte de la población, éstas ocasionaron 37 por ciento de los decesos totales. Las primeras tres causas de muerte en los hombres coinciden con las que acontecen en la población total, la cuarta causa se da por agresiones, mientras que en las mujeres la tercera y cuarta causa son provocadas por enfermedades cerebrovasculares y por enfermedades crónicas de las vías respiratorias inferiores.     
En cuanto a la salud sexual y reproductiva, las problemáticas actuales muestran la necesidad de atender la demanda insatisfecha de métodos de anticoncepción, la atención a las adolescentes y la prevención de embarazos en este grupo, la atención con calidad durante el embarazo, el parto y el puerperio, la detección y tratamiento oportuno del cáncer cérvico uterino y de mama, y la detección y atención oportuna y de calidad para los daños a la salud asociados a la violencia familiar, sexual y de género.
Si bien es cierto que las muertes maternas han descendido en los últimos años,  prevalecen altos niveles que podrían reducirse si se contara con los servicios de salud públicos de calidad y la cobertura adecuados. En 2002 se registró una razón de 59.9 muertes maternas por 100 mil nacimientos, cifra que descendió a 43.2 en 2011, pero que indica será difícil alcanzar la meta de 22.3 en 2015 comprometida como parte de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
De acuerdo con lo reportado por las mujeres que participaron en la Encuesta Nacional de Salud (ENSA) 2000, Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) 2006 y 2012,  en los últimos 12 años la práctica de la operación cesárea creció de 30.0 a 45.1 por ciento, lo que representa un incremento de 50.3 por ciento.
El principal sector donde esta práctica se ha incrementado es el privado (60.4%), sin embargo en el sector público también ha tenido un aumento de 33.7 por ciento. La disminución de la cesárea innecesaria en todas las instituciones de salud de México debe ser una acción prioritaria, debido a que es una práctica que conduce a un mayor riesgo de consecuencias adversas para el binomio materno-fetal.
En lo que respecta al cáncer de mama, en México la tasa de mortalidad por este mal se incrementó durante el periodo 2001-2010 de 14.7 defunciones por cada 100 mil mujeres de 25 años y más, a 16.8 defunciones. Por otra parte, la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición de 2012 muestra que la prevalencia de cobertura de mastografía en los últimos dos años fue de 29.4 por ciento para las mujeres de 50 a 69 años y de 17.2 por ciento para mujeres de 40-49 años. Estos porcentajes aún están muy por debajo del 70 por ciento que la OMS sugiere que deben cubrir los programas de tamizaje.
El Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres, celebrado a partir del V Encuentro Internacional de Mujer y Salud realizado en San José, Costa Rica, en mayo de 1987, se conmemora con el propósito de reafirmar el derecho a la salud como un derecho humano de las mujeres al que deben acceder sin restricciones o exclusiones de ningún tipo en todo su ciclo de vida.

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